Como unas de esas tardes primaverales el sol brillaba sobre la gélida Buenos Aires, 8 grados y manteniendo. La gente como hormigas serpenteaba Plaza Italia, corriendo, buscando un lugar donde tomar algo caliente, algo que nos permita estirar un poco más ese atardecer. Con Gena hicimos escala en un café de franquicia, un alfajor marplatense, cada vez más chico, cada vez más alejado del sabor de la infancia, un café y a seguir la marcha hacia la Bondi Gallery Session, el vapor del ristretto hacía que mi nariz vuelva a tomar temperatura y dejar de lado el azulado del frío.
Por los ventanales el deseo de disfrutar esas últimas horas se palpaba, y allí estábamos los dos en slow motion disfrutando de nuestro momento. Salimos y en el camino un grupo de veganos irrumpía con intervenciones el ingreso a la Exposición Ganadera, y los recuerdos volvieron a venir a mi memoria, mi infancia y infaltable visita a la Exposición Rural, las bolsas de folletos, las miles de muestras, material promocional y el olor a bosta de todos los animales mezclado con el humo de las choriceadas. Las colas eternas en los stands de Coca, Mercedes Benz, Ford, llegar a casa en la noche y comparar con mis hermanos quien había juntado mejor merchandising.
Uno de los últimos años que recuerdo haberla visitado lanzaba una empresa unos bizcochuelos en polvo y la cantidad de porciones que nos trajimos y comimos allí, era como para salir a vender en el barrio, estaba tan bueno que mi vieja compró en la semana una caja para hacerlo. Esa fue mi primera gran desilusión promocional y publicitaria, la textura del bizcochuelo era más parecida a una piedra pómez que a una esponja y su sabor no difería del de la piedra erosionada por los cayos. Una vez solo recuerdo haber llevado a Gena y nos bastó para mirarnos y decir ni en pedo volvemos.
Dejamos el olor a chorizo y bosta y seguimos camino a Estación Federal, un lugar nuevo en los bosques del amor del planetario en el viejo guindado. Si ese asfalto hablara cuantas falsas promesas de amor nos podría contar, cuánto amor sintieron esos árboles. Allí ahora donde antes se amaba hoy se realizaba la bondy art, entre la calle que separa al San Martín del Mitre, entre los arcos, un lugar recuperado en la ciudad. y allí estaba mi amigo Cesar, el loco del acordeón haciendo de maestro de ceremonias, agitando desde un micrófono, invitando a la gente a bailar a disfrutar de la música, anunciando los eventos, entre ellos la proyección de PatAgónica 2.0. Estaba nervioso debo admitirlo. Era la primera vez que mi hijo iba a ser espectador de algo artístico que yo había realizado, él es partícipe de todas mis creaciones en la compu, pero nunca participo en vivo de una, y realmente estaba con esa sensación de engranajes enroscándose entre las tripas. Él no, el en la suya disfrutando del lugar y pasándome la mano por la espalda para que baje un cambio, se ve que me conoce y notaba mi nerviosismo.
La primera sorpresa de la tarde casi noche, me la dio un grupo de 14 mujeres, Le Cumbion, un grupo de cumbia (de la buena) de pañuelos verdes y empoderadas, que nos hicieron mover las patitas a todos los presentes, el único momento que saque la cámara para capturarlas, y robarme sus miradas para atesorarlas en mi compu.
Esta vez no pudimos degustar ningún gran vino, pero si como en nuestra infancia, armar con Cesar una sangría con limones, soda y vino de damajuana, una versión simplificada de la que me gusta preparar, pero era lo que había y sirvió para poner un poco de calor entre los que estábamos allí para trabajar y mostrar lo que hacíamos.
Cerca de las 20.30 y faltando 30 minutos para mi proyección uno de los organizadores me pregunta si habia traido material adicional, uno de los Vj´s no se había presentado y precisaban quien proyecte, afortunadamente en el disco tenía material de sobra y pude proyectar caleidoscopios, y artes visuales hechos para otros acompañando a Dj anantasessions, un pibe que mixeaba dub, deep house y progresive con ritmos folklóricos latinoamericanos, realmente muy interesante y su final con Mercedes Sosa, nos puso la piel de gallina a todos los que estábamos allí. Luego vinieron los 15 minutos más largos de mis últimos años y proyecté el corto, nuevamente el silencio llenó el SUM, y el frío patagónico volvió a hacerse presente en Buenos AIres, creo que no mire al público mi vista estaba clavada en la mirada de Gena, sus expresiones sus reacciones, hasta que 2 de los otros vjs se acercaron a preguntar por el video y agradecer lo que estaba mostrando, y nuevamente las palabras me volvieron a faltar, como cuando cayeron los aplausos al terminar el video. Nos abrazamos con el enano que ya casi es más alto que yo y abrazados salimos a comer un sándwich de cerdo braseado, tomar una gaseosa y otra sangría. Las palabras nos faltaban a los 2, en parte por lo bueno del cerdo y otra por la emoción mutua, Ya dispuestos a emprender la retirada y volver a casa hicimos una última pasada por el SUM y allí la sorpresa mayor, a Guillermo lo conocía de Despelotango y la Cesar Pavón, callado siempre, mirando todo, hablando lo justo, siempre pensé que por el cansancio de cargar con una tuba, pero esta noche demostró un arte increible. El, un micrófono, un sampler, un trombón, una tuba y toda la creatividad y el arte que hizo que todos voláramos. Siganlo en redes, es @eltubistagram, y su acto Un Viaje a las Estrellas, creo que una de las mejores cosas que vi este ultimo tiempo, al finalizar quedamos hablando un rato y nos prometimos hacer algo en conjunto así que si sale algo pierdan cuidado se enteraran por aca, por ahora tratando de dar con alguna grabación del su performance para que puedan disfrutarla,
Y la noche terminó, fría y hermosa como la tarde, con la magia de lo vivido, y de poder compartirlo con el enano, esos pequeños placeres que nos brindamos mutuamente y que tan bien hacen a nuestros días.