Pizza, ese ritual perdido

Cansado, agotado, confundido por respuestas de empresas y proveedores, tratando de entender estas crisis y las escasas respuestas del gobierno a ella, Y sin más ganas que zambullirme en la cama y nadar hasta la mañana, asi llegue esa fría noche de agosto al exilio. Sin dudarlo abri la heladera me prepare un campari para bajar y me zambullí en el mar de algodón y plumas. pensando dormir así vestido hasta que el olor a medialunas de la confitería de la planta baja me despierte.

Ese era el plan dormir y nada más. Todo venía perfecto mis ojos ya se empezaban a entrecerrar, Orfeo me llamaba para tomarme en sus brazos, hacia él iba, entregado hasta que un sonido estrujó mi estómago, y alertó a mi cerebro quien hizo que entreabra un ojo y habilite el sector de neuronas que estaba en el otro extremo de la almohada, Hoy no almorzaste!!!! me susurraron, y fucking sinapsis, se despertaron todas y exigían algo para comer.

Marche a la cocina, en el freezer había bastante para cocinar pero mi cabeza no tenia los mismos tiempos que mi estómago, no lo dude mas y me senté en la compu para buscar un templo de la italianidad y entregarme al nunca bien ponderado delivery.

Tomé el teléfono marqué y ya comenzó mi boca a segregar baba como el perro de Pavlov, el solo hecho de pronunciar la palabra Margheritta despierta mis más bajos instintos gastronómicos.

Esos 30 minutos que demoró el delivery de la pizzería fueron casi eternos. Bajo a recibir esa caja diabólica y me somprende un chico en una bici con una caja amarilla, que me dice son XXXX + 60 del envió. Pero que envío si yo no pedí por 1 app yo llame a la pizzería, Bueno me explico en un perfecto tono centroamericano, la pizzeria no tiene mas delivery ahora nosotros administramos los deliverys, bueno le pague y no demore mas queria dormir, pero antes queria sentir la albahaca invadir mi boca.

Al abrir la caja la escena era Indescriptible, era una especie de Juego de Armelo Usted Mismo, por un lado la muzzarella, por otro toda quemada la albahaca, y la masa casi apenas rozado por una pincelada de tomate.

La desilusión fue tremenda, fue como un cuchillazo en el cuerpo de Raffaele Esposito, quien debía estar revolcandose en su tumba al ver esta imagen de la creacion que con tanto esmero le ofrecio allá por 1889 a la Reina Margherita de Saboya.

Pense un momento como pudo haber pasado esto, cómo podía llegar a ese estado todo, justifique al muchacho de la app, y deduje que la había traido como un libro debajo del brazo en lugar de la caja amarilla, otra vez el amarillo me volvia a hacer mal. Pense, bueno a lo mejor el chico añoraba sus días de estudiante y los trajo de esa forma, o peor aún la caja estaba mal instalada en la bici y las pizzas venían como en una biblioteca, no recuerdo buena pizza en el Caribe así que es probable que ni siquiera sepa como se debía transportar la pizza

Nada justificaba ese desastre y desilusión para mis sentidos, asi que tome el teléfono y llame a la pizzeria para explicar lo sucedido y se comprometieron a mandarme otra pizza, que por el tiempo que la llevo esperando no va a llegar, muchos días para 4 cuadras, a no ser que hayan contratado a Transportes Las Fuerzas Leales del General Alaiz, para sus deliverys nada justifica tanto tiempo.

Rearme eso, siempre fui bueno con el rasti, le di un golpe de horno y volvi a la tarea que me había encomendado primeramente, dormir hasta que nada mas importe.

Quizás por haber crecido en un barrio que no tenia pizzerias, ni café, ni bares ni bares para sentarse en una mesa junto a la ventana a ver pasar la vida de los demás, es que ir a comprar pizza era una especie de ceremonia, tomar el auto hacer 5 o 6 km, pedir las pizzas, esperar tomando una gaseosa, quizás mi viejo tomando una cerveza en la barra, y volver apoyando las cajas de manera tal que no se deslice para ningún lado la mozzarella, y al llegar a casa acercar mi nariz a la caja para sentir el aroma del aceite, el queso y el cartón berreta hacerse uno, puedo asegurar que nada me gustaba más que la llegada de visitas inesperadas para rajar a comprar pizza y deleitarme con el aroma del cartón amuzzarelado.

Yendo un poco más adelante en el tiempo, recuerdo un maestro pizzero por el barrio de Flores que no ponía sus pizza en caja por que sostenía que el cartón estropeaba su producto. y te la daba envuelta en un papel encerado, y allí andábamos llevando de a una las pizzas haciendo equilibrio, hasta llegar a casa de mi amiga.

Hasta fines de la segunda guerra, no existia en el mundo el delivery de pizza, la necesidad de los soldados americanos de comer eso que los habia enloquecido en Italia hizo que en New York comiencen a aparecer las primeras pizzerias que hacian delivery, no se con fecha cierta cuando bajo por la cordillera esta costumbre para enraizarse en Buenos Aires, La modernidad, la falta de tiempo, todavía no sabemos para que, hizo que esta ceremonia de ir a buscar la pizza se pierda, hasta hace poco confiabamos en el personal de la pizzería, que como era de la empresa cuidaba esa caja con su vida, o más menos, pero con la llegada de las Apps, todo se fue al demonio. Por eso los otros días comiendo de parado unas porciones de muzzarella en Güerrin con mi hijo antes de ir al teatro, vi un cartel que en parte hace honor a esta nota y por las que sentí ganas de ponerme al teclado saboreando una pizza.

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2 Responses

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