una de futbol

No se hagan ilusiones, solo se que son 11 contra 11 y se juega con una pelota. Pero afortunadamente tengo un gran hermano, Cesar Torres* amigos desde nuestra adolescencia y que afortunadamente sabe de esto aca va su nota y el link.

¿Vale la pena debatir quien fue el mejor futbolista de la historia?

La décima edición de los premios Bichito del Fútbol organizada por Claro Ecuador a comienzo del mes en curso incluyó un animado debate, moderado ponderadamente por Diego Arcos, sobre quien debe ser considerado como el mejor futbolista de la historia. El mismo acaparó la atención del evento. Los candidatos para tal reconocimiento eran tres: Pelé, Diego Maradona y Lionel Messi. En la versión del debate en Guayaquil, éstos fueron propuestos respectivamente por los periodistas Mario Canessa Oneto, Alfonso Harb y Jorge Barraza.

En una nota publicada en El Universo de Ecuador después del debate, Canessa Oneto sostuvo que fue constrictivo porque se limitó a esos tres jugadores, excluyendo a potenciales contendientes como Arthur Friedenreich, Leônidas da Silva y Franz Beckenbauer, entre otros. De todos modos, reafirmó su razonada y ferviente predilección por Pelé. A pesar de su predilección y considerando las limitaciones del caso, Canessa Oneto manifestó que el intento por determinar quien debe ser considerado como el mejor futbolista de la historia constituye un “debate interminable”.

Tal como está planteado, el debate no es el más proficuo. Su premisa metodológica es exclusivista (admite sólo a un jugador como el mejor de la historia prescindiendo de cualquier otro) y al mismo tiempo implica la posibilidad y la conveniencia de comparar jugadores que actuaron en tiempos fértiles pero disímiles de la historia futbolística. Aunque la estructura formal del fútbol -su reglamento- es similar desde su codificación inicial en Inglaterra a mediados del siglo XIX, los factores determinantes del rendimiento futbolístico han cambiado sustancialmente desde entonces.

En este sentido, considérense, por ejemplo, el avance de los métodos de entrenamiento, de los esquemas tácticos y de la intensidad del juego; los adelantos en los sistemas de prevención, detección y tratamiento de lesiones; el énfasis en el cuidado personal; y la mejora de la indumentaria y de los implementos futbolísticos, así como del arbitraje y de los campos de juego. De este modo, los esquemas tácticos imperantes en la actualidad obligan a jugar más rápido y con espacios reducidos, lo que hace al juego más demandante. Asimismo, los contextos sociales, culturales y económicos que median en la valoración del fútbol y sus cultores también han tornado notoriamente. Quizá por ello, el escritor Eduardo Galeano alegaba que la tecnocracia “ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”. Todas estas transformaciones sugieren que no es factible ni conveniente comparar el fútbol en distintas épocas. Sus diferencias los convierten en incomparables o, en el mejor de los casos, ponen de manifiesto la estrechez e infructuosidad del ejercicio comparativo.

Esto indica que una evaluación pluralista de la excelencia futbolística es más proficua que una exclusivista. Una manera de llevarla a cabo es periodizar la historia del fútbol, teniendo en cuenta las transformaciones mencionadas anteriormente, y otras que sean pertinentes, para luego establecer quienes fueron los cultores más excelsos de cada período. Canessa Oneto expresó que poner el énfasis en que “los tiempos son diversos” es una excusa para “devaluar la verdadera dimensión futbolística de Pelé” y obviar “la verdadera dimensión a través de los tiempos”. Por el contrario, una periodización juiciosa del fútbol es provechosa no sólo para reconocer sino también para exaltar la cabal valía del selecto grupo de jugadores que lo renovaron en cada período y que, al hacerlo, acuñaron una manera tan peculiar como extraordinaria de practicarlo, de concebirlo y de admirarlo. Es decir, dicha periodización pondría en contexto y daría más valor a las meritorias contribuciones de estos renovadores futbolísticos -los mejores de la historia de acuerdo a los factores determinantes del rendimiento en cada período-. Después de todo, el fútbol es una práctica social cuyos bienes internos y estándares de excelencia definitorios se han desarrollado a lo largo de su historia. La evaluación pluralista advierte que ese desarrollo es comunitario y elogia a quienes lo han ensalzado en forma significativa.

Hace casi 45 años el teólogo Michael Novak propuso que el deporte era una religión civil. La metáfora religiosa podrá parecer más o menos apta, pero el fútbol, con su carácter ecuménico y comunitario, se encuadra en esa descripción. Por algo muchos analistas después que Novak han hecho referencia a los componentes religiosos del fútbol. En tanto religión civil, el patrimonio, la complejidad y el vigor del fútbol sugieren politeísmo y exigen un panteón que, al hacer lugar a aquellos cultores que lo renovaron en los distintos períodos, celebre a sus paganas deidades… desde Friedenreich a Messi. Pluralismo en lugar de singularismo. En ese espíritu pluralista, el periodista Julio Marini afirmó en 1998: “Pelé fue el mejor. Maradona fue el mejor”. Messi también es el mejor. Cada uno en su tiempo. La lista es incompleta.

Aprovechando la oportunidad que nos otorgaron los premios Bichito del Fútbol para debatir este fascinante tema, quizá sea apropiado indagar quienes han sido las mejores jugadoras de la historia futbolística. A fin de cuentas la Copa Mundial Femenina se organiza ininterrumpidamente cada cuatro años desde 1991 aunque hubo varios antecedentes desde 20 años antes. El panteón futbolístico también debe incluir a esa rica historia y hacerle justicia. Por lo pronto, yo ya tengo mis candidatas… así como los períodos en las que brillaron y lucharon para forjarse y que le reconociesen un fútbol propio.

*Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).

fuente ElFurgon.com.ar

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