Luego de 3 años de sufrir las carencias de la educación privada, en especial privadas de todo sentido común, y de lugares nefastos donde los chicos No-Están-Aprendiendo, optamos con Ale en cambiar al pequeño dinamita a la escuela pública, y allí, como diría un futuro ex presidente, “Caímos en la Escuela Pública”, y renacimos en la 13, un bastión, de los pocos que deben quedar en CABA, donde lo importante es que los chicos sean libres y creativos, al margen de las enseñanzas.
Y en ese templo tuve el placer de que su primer maestra fuera Lucía, una gigante en un cuerpo muy chiquitito, pero muy; una maestra que agarró 30 pibes dispersos y formó un grupo, que se respetaba y amaba día a día, y que no sólo les enseñó lo que figuraba en el programa, sino que les enseñó algo más importante: a ser libres y buenas personas.
Con el tiempo, dejamos de ser padre y maestra para ser grandes amigos y que nuestros hijos atraviesen estos tiempos siendo grandes amigos.
Uds. pensarán que me estoy volviendo gagá, bueno un poco de eso también, pero además @luciablaugrana, su Instagram, es terrible fotógrafa, y por eso hoy quiero mostrarle una serie que me encantó y nos muestra la indiferencia o la costumbre ocular a la miseria que estamos teniendo los porteños, insensibles ante la miseria del otro. No escribo más, disfruten de esta serie de fotos y síganla en Instagram.