El Vermucito

Banfield, una de las tantas tardes de los 70’s, el sol se deja ver entre las lonas de las canchas de bochas del club social de la esquina de la casa familiar de mi viejo. Un grupo de señores mayores, intentan cuidar y calmar a un pibe de 5 o 6 años que corretea entre las canchas, buscando a su abuelo, quien años más tarde se dio cuenta que su abuelo nunca estaba en las canchas, sino en la casa de una de sus amantes, hasta el momento en que volvía a buscarme para volver a la casa a cenar y decirme, estuvimos jugando a las bochas, está claro???. Si si si abuelo. La mirada de malo no me dejaba más que decir que si o si.

Cada sábado o domingo que mi abuelo encaraba para las bochas sabia que venia la tortura de ver jugar a jubilados violentos que arrojaban sus bochas como el mono de 2001 Odisea del espacio. Las bochas volaban de lado a lado cayendo salvajemente y produciendo cráteres cuando fallaban o armando un despliegue bochas y bochin cuando acertaba en el blanco.

Las primeras veces no era agradable la estadía 2 horas eran días a los 5 años. Pero con el tiempo empecé a descubrir que me encantaba robar quesitos de los triolets, rodajas de salame, y mi actividad preferida era darle el sifonazo al Cinzano con fernet del tano Roque, o hechar la paso de los toros en el Amargo Obrero de otro abuelo canoso que no recuerdo el nombre pero sí su gesto de suficiente cuando el cristalino elemento debía cesar de caer. quedando en mis manos ese culito de bebida amarga como premio al mejor barman del club.

Allí conocí el ritual de los aperitivos, los cubitos de queso, lupines, porotos en aceite, caracoles, aceitunas, y ese hermoso líquido translúcido que tan rico olía y moría por mojar mis nariz en las explosiones de sus burbujas cuando caía el sifonazo o la tónica.

Con el tiempo y ya sin abuelos, amantes, ni explosiones cósmicas, y llegando a mis 17 empecé a hacerme devoto del Martini Rosso y el Campari, imposible pensar un domingo en casa de mis viejos sin el Martini o Cinzano con soda, tónica, naranja o lo que tuviéramos a mano. Las escapadas con Betina y su hermano a beber Martini en un velerito. Existe acaso una bebida más amiga, y compañera de charlas???

Rosso, Soda, Naranja y Hielo. Uno es feliz con tan poco

Durante años los defensores del vermouth la pasamos mal pero gracias a nuestra persistencia y amor por este elixir fuimos recompensados (tarde) pero ahora tenemos mas variedad para despuntar las horas esperando el asado, la pasta del domingo, una tarde con amigos o lo que se te ocurra. Así como decia un viejo comercial siempre hay un motivo real para brindar, siempre hay un motivo para darle un sifonazo a un vaso, no recuerdo haber brindado con Vermouth, quizás porque sea la primera bebida del día, la encargada de abrir una reunión.

Segun los libros allá por 1786 Antonio Benedetto Carpano, una especie de Alquimista y Boticario halló la receta exacta de Vinos locales, hierbas y agua. Desde Turín, y gracias al Rey Vittorio Amedeo III de Italia, quien adoptó al Vermouth como la bebida de la Corte, llegó con el tiempo a expandirse por todo el mundo y proliferando nuevas marcas.

Argentina crisol de razas, en especial la Italiana hizo que nuestra tierra sea propicia para que las semillas de esta bebida prenda en cada mesa, las primeras marcas que recordamos de nuestra infancia el infaltable Martini Rosso, el Cinzano y el Abuelo, creo que esos fueron las que marcaron nuestra infancia, al menos la de los que estamos pasando los 50. Y a medida que fuimos creciendo y pudiendo viajar pudimos deleitarnos con los Cocchi, Carpano, en sus 2 versiones Rosso Clásico y Antica Fórmula, producido e importado respectivamente por Fratelli Branca hace un par de años en estas costas.

Pero de estas marcas no nos dedicaremos, decidimos salir a probar los nuevos vermouth, los que de a poco jóvenes alquimistas en Mendoza, La Patagonia y Salta están empezando a desarrollar con vinos locales.

El primero que salimos a probar en los bares fue el Único, (@unicovermouth) que de la mano de Carlo y Marco Puriccelli desde Cinco Saltos, Río Negro, nos ofrece 3 variedades, Joven, Reserva y Estilo Sidra. Para ir a probarlo decidí ir a Nola, quien solo tenía la variedad Joven, lamentablemente el olor a pollo frito del bar no me daban muchas ganas de quedarme más tiempo y disfrutar más de su sabor tan fresco, una diferencia a los vermouths que veníamos acostumbrados a tomar,  con un dejo a Cabernet, y una equilibrada mezcla de hierbas zonales. Es una ola cítrica y floral la que invade tu boca con cada sorbo de Único Joven sólo o con soda mas la tipica rodaja de naranja y nada más a disfrutar de esta maravilla que llega de Río Negro. Lamentablemente me quede con las ganas de probar el Añejo que se toman la dedicación de añejarlo 6 meses en barricas y si bien no tenía idea del Vermouth de sidra, me picó el bicho de la curiosidad y poder saborear esta variedad pero bueno veremos con más tiempo y quizás en la segunda parte de esta nota poder dejarme llevar a los aires de Cipolletti y embriagarme en sus notas florales y el sabor de las manzanas.

Volviendo al exilio y caminando por Dorrego pasando el cruce con  Córdoba me tope con un templo dedicado al Vermouth, La Fuerza Bar (@vermulafuerza), un lugar deseado para los que amamos los platitos, y obvio refrescarnos con un vermouth.

La Fuerza es una de las marcas pioneras en la puesta en valor de esta costumbre tan Argenta. Ellos elaboran sus 2 productos en la mejor tierra para los vinos, como suelen repetirnos eternamente en la Fiesta de la Vendimia, Mendoza, tierra del sol y del Buen Vino. Un emprendimiento de varios  socios jóvenes entre los que se encuentran los Zuccardi que aportan todo su expertise en la elaboración de vinos.

Como venía de tomar un rosso, decidí arrancar con un blanco, al que debo confesarles le tenía miedo, quizás por emparentarlo con esa bebida tan nefasta, el Gancia, pero por suerte me equivoque. Helado, con una rodaja de limón, un sifonazo, nada mejor para refrescar nuestro paladar. Es simplemente increíble, elaborado en base a Torrontés y les puedo asegurar que se disfruta en boca esa dulce frescura, no pretendo ponerme exquisito e intentar descifrar en boca la mezcla de hierbas que embellecen el vino, imposible debe haber más de 30 hierbas que rebotan y nos llevan a Turin, Piamonte, Paseos por esos pasajes de Venecia. Es sin duda alguna el mejor descubrimiento del 2019 el La Fuerza Blanco. Una bebida que no va a faltar en mi mueble etílico. Más relajado y con el fin de probar el rosso, saque la canon para hacer unas tomas al vaso y prontamente se acercó Nico a mi mesa, uno de los que trabajan en el local y nos pusimos a hablar, quería saber para qué era la foto, con la cámara, si no me bastaba con el celular, y al contarle para qué era la foto, me trajo para fotografiar la Nueva Botella, nacional, más ecológica, y de la que estaban orgullosos de ahora si poder brindarnos este Vermouth 100% nacional.

El rosso elaborado con malbec, es más poderoso que los que habitualmente tomé, acompañado con naranja y soda es un trago para tomar respetuosamente, tranquilo disfrutar de su sabor y dejar que la vida de los otros pase por la ventana del bar, mientras uno solo disfruta de ese dejo a Malamado que nos deja en boca. El precio de ambos los ubica en los de rango medio aproximadamente $ 370, pero les puedo asegurar que bien vale la pena la inversión, y si aún no están dispuestos a tenerlo en vuestras casas, no duden en visitarlos en Dorrego y Charlone otra esquina que no sabemos si es Palegiales, Chacalermo, pero qué podríamos decirle Dorrego esquina Vermouth, que si mal no recuerdo tienen happy hour hasta las 21.

Para otra nota me quedara rastrear el Lunfa elaborado en Salta  y probar en otro bar con mas onda y más tranquilo los Únicos Añejo y de Sidra, quedandome pasar hasta que más no pueda por la fuerza y de a poco decirle adiós a los clásicos de toda la vida, aunque me cueste.

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