Diciembre, Volviendo de una reunión, la tarde caía el calor arreciaba en Palegiales, con ganas de tomar algo fresco, espirituoso pero sin ganas de tomar Cinzano. Pasé por 1 de las vinotecas del barrio, buscando algo para acompañar lo que iba a ser mi cena, un guacamole a mi estilo ( que en otro post les enseñare a realizar).
Recorriendo las opciones, me encontré con Andeluna Rosé 2018, precio, no muy caro, pero como la idea era tomar unas copas y guardarlo, el costo se amortiza bastante, alrededor de los $ 320.-.
Camino a casa y con botella en bolsa cuál borracho en NY, recordé las tardes con Waldo en Annecy y Perouges tomando vinos rosados de algún lugar de la Provence.
Dos horitas en la heladera, un touche en el freezer, y listo para tomar, es un vino fácil, ya desde su descorche, tapa a rosca (que debo admitir, no es lo que me gusta de un vino la tapa a rosca, siento que una parte del ritual y la ceremonia de prepararse para tomarlo se pierde) que evita tanto tocar y transferir temperatura a la botella.
De un llamativo e hipnotizador color salmón pálido, seco con un suave aroma de guindas, herbaceo, floral. Una suave acidez en el final. Es bien sedoso y muy fresco, muy equilibrado y no se si uno es medio borrachin pero muy fácil de tomar.
Me sorprendió, definitivamente un excelente reemplazo para un vermouth, muy agradable para tomar con amigos antes de una cena para abrir la noche, o una tarde helado en una quinta. Buscando un poco más, sobre la bodega, como siempre y mal que me pese, todos los buenos vinos vienen de Mendoza, como suelen cantar ellos tierra del Sol y del buen Vino, me vi un momento tomándolo en Vistalba, o en Chacras a la sombra de los alerces en una siesta obligada para los porteños.
Si bien es un lo tomaría solo, sin más, bien puede acompañar ensaladas, una pizza margarita, obvio sale impecable con sushi, y carnes blancas asadas, ya sea pescado o pollo y evidentemente con toda la batería de tapas y antipastos veraniegos.Levanto mi copa poe Manuel González Bals y este descubrimiento.
